La actual ciudad de Écija fue ya un núcleo de población relevante en las culturas tartésica e ibérica y punto del comercio helénico y púnico en la Peninsula Ibérica. Su primitivo nombre de Astigi se conservón en época romana, en la que Augusto funda la Colonia Augusta Firma y la hace sede de la capitalidad de uno de los cuatros "conventus iuridici" de la Bética, con gran importancia en el comercio de aceite y cereales. Bajo los visigodos es destacable su obispado, sobre todo en los siglos VI y VII, con la figura de San Fulgencio. Con los musulmanes se denomina Medina Estigha, conserva una numerosa comunidad de mozárabes hasta el siglo X y constituye un efimero reino de taifa a la caída del Califato cordobés, Fernando III la incorpora al reino de Castilla en 1240, siendo siempre lugar de realengo y obteniendo el título de ciudad de Enrique III. En la Baja Edad Media adquiere notoriedad en la vida nacional y es centro de las campañas contra el reino de Granada. En los siglos XVI y XVII se convierte en un gran núcleo urbano de economía agraria y artesanal, que culminará en el XVIII, con grandes construcciones religiosas y civiles. En la actualidad es cabecera de una amplia comarca y su importancia agraria se complementa con pequeñas y mediana industria y un amplio sector de servicios.
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