LA HISPANIA DE AUGUSTO
Reorganización de las Hispanias realizada por Augusto (27-7 a. J. C.).
Con la reorganización imperial de Augusto, Hispania queda dividida en tres provincias imperiales: la Baetica fue a partir de entonces gobernada por un procónsul, habiéndolo sido antiguamente por un pretor. La fortuna sonrió a partir de entonces a la rica Baetica, que se vio convertida en uno de los más dinámicos y desarrollados centros económicos del imperio, absorbiendo a poblaciones de esclavos liberados, así como a otras mucho menos numerosas de las élites pudientes. La Baetica se convirtió en provincia senatorial al no necesitar la presencia de ninguna legión allí estacionada. La legión VII Gemina fue estacionada de forma permanente en el norte, en la Hispania Tarraconensis.
La Baetica fue dividida en cuatro conventos (conventus iuridici), divisiones territoriales y partidos judiciales, donde los principales de las diferentes comunidades de la provincia se encontraban en momentos prefijados del año bajo la dirección de un legatus iuridicus del procónsul para supervisar la administración de justicia: Gaditanus con capital en Gades (Cádiz), Cordubensis con capital en Corduba (Córdoba) también capital de la provincia, Astigitanus con capital en Astigi, e Hispalensis con capital en Hispalis (Sevilla).
ECIJA
La actual ciudad de Écija fue ya un núcleo de población relevante en las culturas tartésica e ibérica y punto del comercio helénico y púnico en la Peninsula Ibérica. Su primitivo nombre de Astigi se conservón en época romana, en la que Augusto funda la Colonia Augusta Firma y la hace sede de la capitalidad de uno de los cuatros "conventus iuridici" de la Bética, con gran importancia en el comercio de aceite y cereales. Bajo los visigodos es destacable su obispado, sobre todo en los siglos VI y VII, con la figura de San Fulgencio. Con los musulmanes se denomina Medina Estigha, conserva una numerosa comunidad de mozárabes hasta el siglo X y constituye un efimero reino de taifa a la caída del Califato cordobés, Fernando III la incorpora al reino de Castilla en 1240, siendo siempre lugar de realengo y obteniendo el título de ciudad de Enrique III. En la Baja Edad Media adquiere notoriedad en la vida nacional y es centro de las campañas contra el reino de Granada. En los siglos XVI y XVII se convierte en un gran núcleo urbano de economía agraria y artesanal, que culminará en el XVIII, con grandes construcciones religiosas y civiles. En la actualidad es cabecera de una amplia comarca y su importancia agraria se complementa con pequeñas y mediana industria y un amplio sector de servicios.
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